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“Rey de Judá, oficiales del palacio y habitantes de Jerusalén, les pido que presten mucha atención a lo que Dios dice. Él les ordena hacer el bien: proteger a los que son maltratados, cuidar al extranjero, al huérfano y a la viuda, y no matar al inocente. Si de veras me obedecen, siempre habrá en Judá un rey de la familia de David. Sus ejércitos entrarán y saldrán por los portones de la ciudad, acompañados por el pueblo y sus gobernantes.

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